La ineficiente urgencia
del mercado creativo

Tiago Santos y Camilo Castro | 25 Out 2022

Las ideas y los pensamientos son la imaginación en movimiento, que utiliza la creatividad para una acción eficaz.

La creatividad es la capacidad de pensar fuera de la caja del sentido común y de idear soluciones innovadoras para determinadas situaciones de la vida.

En contra de la definición y el significado de la creatividad, es cada vez más frecuente que la sociedad vea el proceso creativo como algo banal, convirtiendo el mercado en una eterna urgencia sin funcionalidad.

La creatividad está en el consumo todo el tiempo, desde la etiqueta de un producto hasta un programa de televisión. Las agendas son siempre urgentes y van de la mano de la competencia. Pensar de forma creativa se ha normalizado. Las mentes se ven obligadas a trabajar 24 horas al día para generar buenos resultados. ¿En este contexto, dónde está el tiempo para organizar, planificar, dirigir y controlar todas las ideas? Por no hablar de las estrategias que son la base de todo el proceso.

En el entorno laboral es esencial ejercitar y desarrollar la creatividad, como cualquier otra competencia. La lluvia de ideas, por ejemplo, es una de las herramientas utilizadas en la gestión del proceso creativo, que puede definirse como el debate de ideas ilimitadas entre personas.

Con los avances tecnológicos y la aparición de nuevos canales de comunicación, las empresas buscan cada vez más soluciones de éxito para comunicarse.

El consumo del mercado creativo está literalmente relacionado con los nuevos comportamientos de masas, resumidos en la actuación e interacción de los medios de comunicación. Esto explica lo que llamamos «sociedade en red», que acumula diariamente información sin estrategias de marca. Como resultado, las empresas están cada vez más alejadas de las transformaciones culturales, económicas y tecnológicas, experimentando una eterna urgencia por crear y, en consecuencia, una erosión del capital intelectual.

Hablar de creatividad sin innovación es entender que podemos haber llegado a un agotamiento emocional provocado por una carga de información y producción de contenidos sin estrategia, todo en un intento de ganar autoridad y el tan deseado posicionamiento de marca.

Dicho esto, las empresas deben entender que una solución sólo es innovadora si es útil y que el resultado sólo se consigue con un proceso estratégico bien ejecutado y con beneficios para todos los implicados: negocio y personas.

Cuanto mayor sea la sobrecarga en el proceso de creación, menor será la calidad productiva. Es humanamente imposible producir bien dejando de lado los límites necesarios para obtener buenos resultados. Encontrar el equilibrio emocional, gestionar el tiempo y las exigencias del trabajo, ha sido el gran reto de la época. Son factores que repercuten en el rendimiento y la capacidad productiva, y especialmente en la salud mental.

La deconstrucción del concepto de que alguien aparezca con una solución ya hecha es ya una emergencia en el mercado. Así, este artículo nos invita a pensar estratégicamente en un nuevo escenario para la creatividad. Debemos alejarnos de las limitaciones y las copias, dejando de seguir únicamente las tendencias. El proceso creativo debe ser respetado, principalmente porque es una competencia humana e individualizada; al fin y al cabo, la creatividad tiene esencia y valor.