La no libertad de la comunicación inclusiva

Camilo Castro & Jéssica Almeida | 08 Jun 2020

Durante nuestro proceso de reposicionamiento en 2020 y antes de que la pandemia empeorara abruptamente en el planeta, sentimos la necesidad de acercarnos aún más a nuestros socios para formar una rede colaborativa más justa, fuerte y concisa.

Como empresa que se encarga de desarrollar marcas para el mercado, nuestra filosofía es que estas marcas son activos sociales y que las empresas deben estar al servicio de la sociedad.

En medio de este proceso, nos cuestionamos sobre temas relevantes que pudieran intervenir en la sociedad de una manera más incisiva y creamos “La marca de las personas”, una serie de contenidos para dar voz y valorar los lugares de habla, abordando aspectos sociales que necesitan una agenda.

La sociedad es una maraña de construcciones y deconstrucciones, hay desafíos y cuestionamientos cotidianos que nos hacen reflexionar sobre patrones estructurales e históricos como el prejuicio, la raza, el género, la libertad, la diversidad, el respeto, la educación y otros temas.

Teniendo en cuenta que desde principios de año los temas más abordados, además de la propagación de la Covid-19, son el racismo y la violencia contra la mujer, invitamos a Jéssica Almeida, ciudadana, mujer, madre, negra, nordestina, bahiana y publicista a compartir su historia, su visión del mercado de la comunicación y cómo lo “enfrenta” de manera unificada y sinérgica.

“Como profesional de la comunicación, no hay verbo que tenga mayor significado que transformar. 

Empecé en el mercado muy joven, en 2005, y vi cómo los modelos de comunicación innovadores se desmoronaban y daban lugar a modelos aún más disruptivos. He visto tecnologías, aplicaciones, redes sociales y una avalancha de datos y algoritmos dar paso a años y años de investigación etnográfica, mapeando el comportamiento del consumidor más allá de la demografía.

 Pero lo que realmente me sorprende de estos años es cómo la comunicación ha tenido un cambio transformador en la forma de ver a su público. La “masa” dio paso al “individuo” y esto es resultado de un levantamiento de agendas sociales no abordadas previamente por la sociedad común, tratadas solo en (pocos) ambientes académicos.

 Los conceptos de alteridad e identidad nunca han sido tan discutidos en la formación de una cultura de marca, impactando directamente en la comunicación y los mercados. La mirada específica a los diferentes feminismos, a las agendas de género, raza y clase, trastocó la comunicación, llevó la consultoría específica a las empresas, mostrando el poder y el protagonismo de grupos antes marginados y hoy detentados en el mercado.

 Las marcas aprendieron la fuerza de la individualidad y enseñaron a los consumidores a abrazar su propia identidad, dentro de una lógica colectiva de consumo.

 Traeré un ejemplo simple: productos para cabello rizado. Hasta principios de la década de 2000, las marcas tenían descripciones de «cabello étnico» en sus etiquetas, y más del 80% de la población brasileña está compuesta por personas negras con cabello rizado, por lo que estamos tratando con etnias, pero con una audiencia mayoritaria. Además, los beneficios de los productos trajeron expresiones y propiedades que trataban los cabellos con esta característica como un “problema” y que necesitaban ser domados y reducidos.

 Hoy la realidad es la contraria, además de toda una gama de productos de diferentes marcas y para diferentes tipos de rizos, las expresiones en los envases son empoderadoras y alentadoras como: “voluminoso”, “rizos devastadores” y “mi rizos, mi vida”.

 Las mujeres negras y periféricas, como yo, comenzamos a ver sus rostros estampando anuncios y campañas, ganando protagonismo y productos específicos que se ajustan a sus cuerpos y sus realidades.

 Las grandes corporaciones y sus agencias empezaron a entender que era necesario tener mujeres hablando con mujeres, negros hablando con negros, periféricos hablando con periféricos, pero dejando que el capitalismo hablara por todos ellos.

 Para mí, ser mujer dentro de esta nueva lógica social es entender que la presencia de la mujer y su fuerza es mucho más que ser representada y reconocida por el mercado, en realidad esto solo es posible cuando hablamos de respeto y equidad.

 Vivimos en la era de la comunicación inclusiva, pero seguimos siendo minorías en los cargos políticos, en los puestos de liderazgo en las grandes empresas, tenemos salarios más bajos para realizar las mismas funciones que un hombre y, encima, sufrimos acoso en nuestro trabajo, además de innumerables violencias cotidianas que se suman a las estadísticas.

 Por eso, no podemos acomodarnos a los avances, todavía nos queda mucho camino por recorrer para descansar por fin”.

 Como sociedad somos múltiples, debemos completarnos en nuestras diferencias, pero, al mismo tiempo, somos seres individuales que luchan en defensa de sus creencias particulares.

¿Cómo encontrar el punto dulce en las relaciones basadas en el respeto, la ética, la moral y la armonía?

 

El camino es arduo, la lucha es continua y la evolución es duradera.

El contexto empresarial es un pilar sumamente importante en la construcción de comportamientos, de una red social justa, igualitaria y capaz de abordar temas relevantes, abriendo caminos a posibilidades y sirviendo de ejemplo para otros colectivos.

Aún en este contexto, la comunicación es una de las herramientas más poderosas que pueden traducir la esencia de las personas y las empresas para satisfacer las demandas y ofertas del mercado de una manera sana y sostenible.

El paseo es horizontal. El poder también.

Al igual que las empresas, las personas son marcas, son, cuentan y hacen historia.

¿Qué están haciendo usted y su negocio hoy por el bien de la sociedad?